lunes, 24 de agosto de 2009

Siempre concluyendo a lo mismo


Sentada en un banco, veo las horas pasar. Amanecer, atardecer, anochecer. Las horas van pasando, el reloj nunca se detiene, mientras yo sigo aquí sentada, sin saber por qué. No dejo de pensar en todo lo ocurrido en estos últimos días. Gente en la que confiaba, me ha ido abandonando poco a poco con el tiempo. Personas que consideraba verdaderos amigos, han pasado a ser simples amigos. Por más que lo intento, nadie parece entenderme. Me esfuerzo por comprender a los demás, darles una oportunidad para confiar en mí, y pocos de ellos la aprovechan. Él fue de los pocos que sí la aprovechó, contándome toda su historia. Una historia que espero que sea cierta. Que no me haya mentido, al menos no en esto. Estando aquí sentada, esperaba verlo todo más claro, sin embargo desde entonces nada ha cambiado. Va oscureciendo, y el parque se vuelve inseguro para el resto de gente, menos para mí. Para mi se convierte en la oportunidad de acabar con todo; pasear a oscuras, iluminada únicamente por la tenue luz de la luna, sola, cómo de costumbre, me hace sentir especial. Siento que pase lo que pase, empezaré y acabaré sola. Tal vez, porque no tuve suerte, o quizás, simplemente porque nací para estar sola. Probablemente, nacemos solos y morimos solos.
Me pregunto qué sentido tuvo empezar de nuevo, para llegar al mismo final.

No hay comentarios:

Publicar un comentario